lunes, 29 de agosto de 2011

Los perdonamos

El doctor Kojo A. Carew se sentó en su escritorio de hospital tratando de ponerse al día en sus papeleos. Era tarde y deseaba llegar a su hogar para estar junto a su esposa e hijo, pero el ruidoso parloteo de un paciente en la calle distrajo su atención. Finalmente tuvo que bajar a pedir calma.

Cuando salió a la calle vio a una persona con la pierna amputada y otros mirándolo ansiosamente, diciéndole: “Doctor Carew, necesitamos su ayuda. Están pidiendo una audiencia judicial para capturar a los rebeldes. Han sido acusados de traición. Serán declarados culpables y los matarán”. Las voces se mezclaban entre ellas. “Lo necesitamos para que le diga a la corte que no queremos que muera nadie a causa nuestra. Ha habido demasiada muerte y matanzas. Dígales que nosotros los hemos perdonado.”

El Doctor Carew hechó una mirada alrededor del barrio atestado de gente. Todos allí habían perdido uno o más de sus miembros durante el reciente asalto realizado por el RUF (Frente Unido Revolucionario) en Freetown, Sierra Leona (hubo más de 6.000 muertos y 1.500 heridos). La mayoría de estas personas habían presenciado asesinatos, violaciones o brutalidades realizadas a miembros de su familia o a seres queridos. Habían perdido sus hogares, su sustento, todo… menos sus vidas, a causa de los terroristas.

“¿Quieren que les diga que ustedes los han perdonado?”

“¡Sí, sí! Por favor, dígale a los magistrados que nosotros no deseamos que muera nadie”.

Reflexionando

“Lo haré”, prometió el doctor Carew, “ahora por favor guarden silencio porque debo terminar mi trabajo”. Lentamente volvió a su escritorio para reflexionar en lo que acababa de presenciar y de oír.

“Hasta ese momento pensé que yo era cristiano,” nos dijo, mientras relataba el incidente en una visita a Dayton, Ohio para dirigir a un grupo de partidarios. “Pensé que estaba cumpliendo con mis obligaciones cristianas dándoles estudios bíblicos y viendo videos cristianos para matar el tiempo. Yo creo” –nos dijo enfatizando sus palabras con sus ojos destelleantes–, “que nunca debiéramos juzgar a alguien por ser pobre o inculto. Yo era aquel que tenía un nombre seguido de letras pequeñas, ¡pero ellos fueron mis maestros aquella noche!”

Volviéndose a mí, agregó: “Y jamás piense que usted no puede hacer la diferencia en el mundo. A cada uno se le ha dado el poder de hacerlo. Nunca piense que lo que usted tiene que ofrecer es demasiado pequeño o poco importante”.

“No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Si es posible, y en cuanto dependa de ustedes, vivan en paz con todos. No tomen venganza, hermanos míos, sino dejen el castigo en las manos de Dios, porque está escrito: ‘Mía es la venganza; yo pagaré’, dice el Señor. Antes bien, ‘Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Actuando así harás que se averguence de su conducta.’ No te dejes vencer por el mal; al contrario, vence el mal con el bien” (Romanos 12:17-21).

Si desea hacer algún comentario sobre este artículo, diríjase aLea los comentarios de nuestros lectores
______________________________

Por Lois Pecce. Derechos © 2009 de GraceNotes. Todos los derechos reservados. Traducido por Chari Torres. Este material está sujeto a pautas de uso. El texto bíblico ha sido extraído de la versión NUEVA VERSION INTERNACIONAL  ® 1999.

No hay comentarios:

Publicar un comentario